Confesiones

«Poco más de cuatro meses me han bastado para darme cuenta
de que el mundo en el que vivía estaba totalmente distorsionado,
como lo está el de la mayoría de clientes que entran a nuestra tienda»

(Comienza Mario diciendo en el capítulo 6)

 

«La mirada debió de ser tan fulminante, que la clienta se marchó sin pronunciar palabra y Amaia se rió al verme.
— ¡Ay, canijo! Esa no vuelve — recuerdo a Amaia decir.
Es posible que esté llegando al borde de mi paciencia con tanto estrés y teniendo a Víctor todo el día en mis pensamientos. Pero también debo reconocer que no esperaba que un trabajo tan duro, fuera tan gratificante.»

(Continúa)

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